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Reformas

Cuestiones clave para empezar una reforma sin dramas

Empezar una reforma puede ser emocionante… o puede convertirse en una pesadilla. Todos hemos escuchado historias de obras interminables, presupuestos que se disparan, o acabados que dejan mucho que desear, pero no tiene por qué ser así.

La clave está en empezar con buen pie, tomar decisiones adecuadas y no dejar nada al azar. Porque una reforma bien planteada no solo mejora tu hogar, también mejora tu día a día, tu bienestar y hasta el valor de tu vivienda.

1. Define tu objetivo: ¿Qué quieres conseguir?

Parece básico, pero muchas reformas empiezan de manera improvisada y acaban con decisiones erróneas. ¿Quieres más luz? ¿Optimizar el espacio? ¿Revalorizar la vivienda para venderla? Define el objetivo principal de la reforma, porque eso marcará todas las decisiones posteriores: distribución, materiales, presupuesto, tiempos…

Cuanto más claro tengas lo que quieres conseguir, más sencillo será todo el proceso.

2. Ten claro tu presupuesto (y un colchón extra)

Uno de los mayores focos de estrés en una reforma es el dinero, por eso es esencial definir un presupuesto cerrado antes de empezar, pero cuidado, siempre es recomendable reservar un 10-15% adicional para imprevistos. En las reformas es habitual que aparezcan sorpresas una vez se abre una pared o se cambia una instalación.

3. Pide varios presupuestos y compáralos bien

No te quedes con el primer presupuesto que recibas. Compara al menos tres, y no solo en precio, sino en calidades, tiempos de ejecución, garantías y experiencia del profesional o empresa. Desconfía tanto de los presupuestos desorbitados como de los sospechosamente baratos.

4. Asegúrate de que todo está por escrito

Uno de los errores más comunes es no dejar claro por escrito lo que se ha acordado. Un simple "sí, eso lo hacemos" puede acabar en discusiones. Exige siempre un presupuesto detallado por partidas, un contrato con fechas y condiciones y, si se hacen cambios, que también queden reflejados.

Así, si algo no se cumple, tienes cómo reclamar.

5. Infórmate sobre licencias y permisos

No todas las reformas necesitan licencia, pero hay muchas que sí necesitan permisos. Cambiar distribución, instalaciones, ventanas… puede requerir permisos del ayuntamiento o la comunidad de vecinos. No lo dejes para después: consulta antes si necesitas licencia de obra menor o mayor.

6. Define un calendario realista

Una buena planificación es más de media reforma. Acuerda fechas claras de inicio y fin, pero también una secuencia de trabajos, para saber qué gremios entran cuándo. Así evitarás solapamientos, esperas innecesarias y obras que se alargan sin motivo.

Ten en cuenta también posibles retrasos por lluvias, festivos o entregas de materiales.

7. Piensa en los detalles desde el principio

Muchas decisiones importantes se toman demasiado tarde: dónde va el enchufe, qué grifo quieres, cómo se abre la puerta… Eso genera cambios sobre la marcha que encarecen y retrasan la obra, por eso es clave pensar en los pequeños detalles desde el principio, aunque parezcan cosas menores.

8. Elige bien con quién vas a reformar

Puedes tener el mejor proyecto, pero si no eliges al profesional adecuado, estás perdido. Busca referencias, pide ejemplos de trabajos anteriores, pregunta por garantías… y sobre todo, asegúrate de que haya buena comunicación. Vas a convivir con esa persona o equipo durante semanas, así que la confianza es clave.

Un buen profesional no solo hace bien su trabajo, también te asesora y te da tranquilidad.

9. No pienses solo en el presente

Uno de los errores más comunes al reformar es diseñar todo pensando únicamente en el presente, sin tener en cuenta cómo pueden cambiar tus necesidades en el futuro. ¿Tienes pensado ampliar la familia? ¿Vas a teletrabajar a largo plazo? ¿Hay personas mayores o niños pequeños en casa?

Una buena reforma no solo mejora tu vivienda actual, también la prepara para lo que viene. Por ejemplo, dejar previsto un segundo baño, una futura zona de despacho o incluso hacer la casa más accesible desde el principio puede ahorrarte mucho tiempo y dinero después.

10. No subestimes el impacto emocional (y logístico)

Reformar una casa, aunque sea ilusionante, es estresante. Polvo, ruido, decisiones diarias, posibles retrasos… todo suma. Y si además estás viviendo en la casa durante la obra, la situación se multiplica.

Es importante que seas realista con tus tiempos, tu nivel de paciencia y tu día a día. ¿Podrías mudarte temporalmente? ¿Tienes hijos pequeños que pueden verse afectados? ¿Trabajas desde casa y necesitas silencio? Todo esto también influye a la hora de organizar la reforma.

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