Luz y productividad, reformar un espacio de trabajo para mejorar el rendimiento

La luz es uno de los factores más influyentes en nuestro rendimiento diario, tanto en casa como en la oficina. Sin embargo, suele ser uno de los elementos menos planificados a la hora de diseñar o reformar un espacio de trabajo. 

La iluminación adecuada no solo mejora la visibilidad, además afecta directamente a nuestra concentración, energía y bienestar general. Reformar un despacho doméstico o una oficina con el objetivo de optimizar la luz puede marcar la diferencia entre un entorno en el que simplemente se trabaja y uno en el que se produce con más eficiencia.

La luz y su impacto en el cerebro

Diversos estudios han demostrado que la luz influye en los ritmos circadianos, es decir, en nuestro reloj biológico. Una iluminación pobre o inadecuada puede provocar somnolencia, fatiga visual y falta de concentración. La luz natural, por su parte, estimula la producción de serotonina y ayuda a mantenernos activos y atentos. 

Por eso, uno de los primeros pasos en cualquier reforma enfocada a la productividad debería ser maximizar la entrada de luz natural. Ventanas más amplias, claraboyas o incluso tabiques de cristal pueden transformar un espacio sombrío en un lugar luminoso y estimulante.

Reformar para mejorar la iluminación

Cuando la luz natural no es suficiente, es fundamental diseñar un esquema de iluminación artificial que imite sus beneficios. No se trata únicamente de poner más lámparas, sino de distribuir diferentes tipos de luz según las necesidades de la actividad. 

Una luz general homogénea evita sombras y da sensación de amplitud, mientras que las luces focalizadas sobre el escritorio o las zonas de reunión mejoran la concentración en tareas específicas. Además, elegir la temperatura de color adecuada es clave: los tonos fríos (4000K-5000K) son más estimulantes y recomendables para áreas de trabajo, mientras que los tonos cálidos pueden reservarse para zonas de descanso.

En un despacho en casa, esto puede lograrse con focos LED regulables, lámparas de brazo articulado y sistemas inteligentes que ajusten la intensidad según la hora del día. En oficinas, la instalación de luminarias empotradas de bajo consumo, combinadas con sensores de presencia y luz natural, reduce el gasto energético y mejora el confort de los empleados. 

Una reforma bien planteada puede incluir falsos techos para integrar iluminación indirecta, evitando deslumbramientos y creando un ambiente más agradable.

Breve normativa en España sobre iluminación en oficinas

En España, la normativa sobre iluminación en entornos laborales se recoge en el Real Decreto 486/1997, que establece las disposiciones mínimas de seguridad y salud en los lugares de trabajo. Este decreto indica que los espacios deben disponer de iluminación natural suficiente siempre que sea posible y, en caso de iluminación artificial, garantizar un nivel de luz adecuado según la actividad desarrollada. 

Para oficinas y puestos de trabajo con pantallas, se recomienda una iluminancia de al menos 500 lux en la superficie de trabajo, evitando reflejos y deslumbramientos. Además, la normativa UNE-EN 12464-1 detalla requisitos técnicos como el índice de reproducción cromática (CRI), que debe ser superior a 80 para asegurar que los colores se perciban correctamente, algo esencial en entornos de diseño o revisión de documentos.

Cumplir con estas normativas no solo es una obligación legal, sino que repercute en la salud visual de los trabajadores, reduciendo la fatiga ocular y el riesgo de accidentes.

Iluminación y teletrabajo: un reto creciente

Con el auge del teletrabajo, muchas personas han improvisado su oficina en casa en salones, cocinas o dormitorios, a menudo sin pensar en la luz. Reformar o reorganizar el espacio puede aumentar notablemente la productividad. Colocar el escritorio cerca de una ventana, usar cortinas que difuminen el exceso de luz directa y combinar luz natural con lámparas regulables permite trabajar más horas sin cansancio visual. 

Invertir en iluminación de calidad es, de hecho, una de las mejoras más rentables a largo plazo, pues reduce dolores de cabeza y mejora el estado de ánimo.

Bienestar y salud visual: un factor olvidado

La calidad de la iluminación también tiene un impacto directo en nuestra salud ocular. Trabajar durante horas con luz insuficiente o con deslumbramientos constantes puede causar fatiga visual, ojos secos y dolores de cabeza, reduciendo la productividad. Para evitarlo, conviene apostar por fuentes de luz con un buen índice de reproducción cromática y evitar contrastes demasiado bruscos entre la pantalla y el entorno. 

Reformar un espacio de trabajo pensando en la salud visual incluye elegir acabados mate en paredes y mobiliario para reducir reflejos, situar la luz de forma lateral al puesto de trabajo para evitar sombras molestas y, en lo posible, incluir iluminación regulable para adaptarla a las diferentes horas del día. 

Un espacio bien iluminado no solo favorece el rendimiento, sino que contribuye al bienestar general de quienes lo ocupan.

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